domingo, 27 de marzo de 2011

Malta

La historia de la isla de Malta es muy interesante y en lugar de contárosla yo, prefiero que la imagineis.


Aunque terriblemente religiosos -católicos- las embarcaciones pesqueras llevan el ojo de Horus para evitar la mala suerte, entonces religiosos si, pero le rezan a todo lo que se menea. Las procesiones de vírgenes marineras son muy celebradas y coloridas y aunque las vi, sólo puedo poneros fotos de sus barquichuelas de pesca para que os hagais una idea.



Se habla un perfecto inglés -se hacen cursos para enseñarlo muy económicos- y el maltés, que es algo así parecido a cualquier dialecto del norte de África, ruidosos como ellos solos recuerdan cualquier pueblo de la piel de toro. Las comida es tipicamente mediterranea con muchísima influencia italiana pues están al ladito de Sicilia.


Su estación central de autobuses está en la puerta de acceso a La Valleta, capital de Malta y que le debe el nombre a un maestre de la orden -ah, la orden de Malta es la antigua orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalem-. Los medios de transporte eran más modernos (no demasiado he de confesar) que este que veis, pero este era precioso y por supuesto, circulan por la izquierda y es el paraiso de Leyland.


Hasta la invasión del enano francés, Malta estuvo regida por la orden de Malta por concesión de Carlos V y fue su época dorada artísticamente hablando con un derroche de Barroco delicioso, interesante que veais el retablo de la catedral de mi admirado Caravaggio y que perteneció a la orden hasta que tuvo que salir por patas por una muerte muy oscura (su segunda salida por patas por cierto); derrotado Napoleón, la isla fue un dominio británico -que raro verdad- hasta su independencia y de ahí su influencia, durante la segunda guerra mundial desempeño un papel crucial en la guerra del norte de África y del que tienen un interesante museo. 



¿Qué os decía de la influencia british? Ah, los pescados son riquísimos, es barato de ir y la única pega es el calor, recordar que estais a la altura de Túnez. Para los amantes del buceo es imprescindible y sobre todo hacer las inmersiones en Gozo y Comino, islas cercanas.


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